Sobre "Kryptonita", la película, basada en la novela homónima de Leonardo Oyola

Esta historia empieza cuando leí "Kryptonita", hace aproximadamente año y medio atrás. Sueño, surrealismo, la más oscura realidad de nuestro Far West, o sea el Oeste del Conurbano, y todo eso junto, más (y no menor) al "tordo" nochero empastillado que no sabe si ve visiones, si se pasó de rosca en su dosis para mantenerse despierto o qué es lo que pasa esa noche de junio de 2009 (en la película se lee la fecha cierta en el diario, bien al comienzo) en el Paroissien, el hospital de Isidro Casanova donde se desarrolla la historia. Dato curioso, y que no sabía antes de ayer, el propio autor reconoce en una entrevista para La Nación que una de las lecturas posibles de la novela era que el médico "soñara" o "alucinara" toda lo que se narra.

No fue esa la interpretación que primó, en todo caso. Los lectores, en fila india, o en hordas primitivas, seguimos ciegamente a la banda de Nafta Súper, como una ¿reivindicación? ¿Un acto de justicia? Unos Robin Hood modernos, o mejor aún, posmos, devenidos del cómic, con la presencia de Superman, Batman, Linterna Verde, Flash, Wonder Woman y hasta el Guasón, porque qué historieta que se precie no tiene un "buen" villano (en la película, Capusotto, en una excelente y a la vez pavorosa composición de un mediador), tal vez eso sean. O no. Qué va a hacer. No vine acá a traerles certezas. Más bien, a invitarlos primero, a leer la novela. No es que sea condición "sine qua non", pero para mí es mejor leer primero y después verla.

Por ahí me equivoco de medio a medio, guarda el gol. Quién te dice y los fanáticos del cine y sobre todo de los cómics (como por ejemplo Sebastián de Caro, crítico de cine y actor de esta película -es el comisario a cargo del operativo de sacar a los de la banda del hospital) eligen sin dudar ir a verla y prescindir del texto, aun cuando hay tanto de él, tanto amor en la mirada del director, Nicanor Lionetti, Hay conversaciones sacadas con exactitud del libro, como cuando el Faisán lo interroga a Juan Raro (sic) sobre por qué no se puede confiar en el doctor. O cómo le cuentan que el Pinino se salvó de varias muertes, todo extraído tal cual. Y también no, claro, obviamente, no es lo mismo, querida, el lenguaje del cine, de las imágenes no es igual a la escritura. No es literatura, y sin embargo...Basta de cháchara, amigos. Habrá que verla. O leerla. O ambas cosas.

A mí me conmovió la historia cuando la leí, y la pelí también, de otro modo. Lautaro Delgado como el travesti enamorado irremediablemente de Pinino (a) Nafta Super fue una revelación. También El Faisán y el tordo, no los conocía y sus interpretaciones son sólidas, creíbles. Me faltaron los covers que el Tigre (Harapiento, alter ego de Leo Oyola) te manda en toda su narrativa, siempre, "La canción es la misma", "La canción es la que uno tiene adentro", como bien lo dice en su charla Ted, a esta altura, emblemática, icónica,

https://www.youtube.com/watch?v=DC-OdcjzED0

Es fin de semana largo, todavía tienen mañana y pasado. Para comprarse la novela (se ha reeditado por sexta vez, y hay pilas en Cúspide, por ejemplo) y para ver la película. Después me cuentan. Me despido con una dedicatoria que atesoro porque una, vio, también tiene su corazoncito.


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